En el Ayuntamiento de Oia (Pontevedra), a un paso del edificio del Ayuntamiento, con el viento y el mar en la cara evocando la épica más marinera, el Padre Atlántico te bendice todas las mañanas y te despierta a la vida de verdad. Aquí vienes a hartarte de mar y, ya te anticipo y recomiendo que si el mar no te atrae para sentirlo, para tocarlo, para olerlo y absorverlo hasta lo más profundo de tus pulmones, esta finca, este lugar no es para tí, puedes quedarte en tu casa. Pero si, al contrario el mar te atrae y la pesca, y el misterio y la historia del Monasterio (a otro paso) y el enorme encanto del casco viejo y la excelente gastronomía que ya puedes degustar en Oia y no digamos en A Guarda (un poco más allá) o Baiona. O si te gusta cruzar a Portugal, a la hermosa villa amurallada de Camiña, con su también rica gastronomía tradicional portuguesa, bajarte a la playa, subir al Tecla para gritarle al océano desde allá arriba, sabiendo que nunca te alcanzará y disfrutar de la desembocadura del rio Miño y volverte a media tarde y sentarte en tu porche orientado al Oeste, al Poniente disfrutando el sol y la Puesta más bella y menos publicitada del mundo. Podrás sentir la bravura atlántica en los días mas duros del invierno, entenderás por fin lo que es la grandeza, la de verdad, al carón del fuego en tu salón. Amigos, aquí tenéis una oportunidad única de vivir de un modo diferente, subiréis a la Sierra da Grova, podréis estar en contacto con la naturaleza en su estado más puro, con caballos viviendo en libertad, podréis asistir a la rapa das bestas e impregnaros de la vida en su expresión más auténtica. Acercáos a conocer esta bendita tierra, os conquistará como a todos los que un día llegamos y ya no la dejamos jamás. Llámame y te contaré muchas más cosas y podré acompañarte a conocer esta pequeña joya que linda por el Oeste, en la otra orilla del Océano, ni más ni menos que con Nueva York. Te espero.